Esto viene a ser la analogía telefónica de los espejos enfrentados (que a Borges tanto le gustaban):
Tomar dos celulares (o teléfonos móviles, para la señal internacional), de dimensioens similares, idealmente del mismo modelo. Desde uno de ellos llamar al otro. En uno de ellos decir "¿Aló?", y rápidamente enfrentar ambos teléfonos de forma que el micrófono de uno quede a la altura del parlante del otro (y vice versa). Como normalmente el sonido tarda un poco en viajar por la red telefónica, en el momento que el aló es recibido por un teléfono, este alcanza a ser capatado por el micrófono del otro y así se forma un ciclo. El sonido queda pasando de un teléfono a otro y se comienza a distorsionar y acoplar. Una experiencia inolvidable.
PD 1: No me hago responsable por ningún daño sufrido por un teléfono como consecuencia de la realización del experimento.
PD 2: La expresión "¿Aló?" puede ser reemplazada según el país donde se efectúe el experimento, en México creo que dirían "Pronto", y en otras partes dirían "¿Sí?", o "Diga".
2 comentarios:
Interesante! Una pregunta... Y si pones un micrófono al lado del parlante al que está unido? Qué sucede?
Supongo que el acople de los amplificadores se explica de la misma forma... aunque el sonido de los celulares acoplando y deformando una palabra que uno les dice, me parece más entretenido y digno de reproducir que ese molesto ruido que interrumpe los ensayos o, peor aún, irrumpe en medio de una tocata para acabar con el ambiente y la mística del momento (lo único rescatable son las caras que ponen los presentes, sólo comparable a la de cuando alguien rasguña un pizarrón).
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